Pensemos por ejemplo en las aparentemente inofensivas moscas tropicales que viven de cortarle la cabeza a las hormigas, como recoge este mes la revista Biodiversity Data Journal. Para el nuevo estudio, los expertos grabaron a tres especies de moscas del género Dohrniphora decapitando hormigas en los bosques de Brasil y Costa Rica.
Las hembras utilizan un largo probóscide para cortarles la cabeza y luego se comen el cerebro o bien ponen un huevo en su interior. Para evitar salir mal paradas de su encuentro con las hormigas, suelen atacar las que han resultado heridas tras una batalla entre colonias.
Otras moscas de América del Norte tienen el mismo hobby, pero utilizan un método completamente distinto. Las Pseudacteon obtusus introducen sus huevos en el cuerpo de la hormiga, y cuando la larva eclosiona, se dirige a la cabeza para comérsela por dentro.
Cuando ya está vacía, se desprende del cuerpo, ofreciendo a la larva el lugar ideal para desarrollarse como adulta.
Los escarabajos tampoco se quedan cortos: los de la especie Canthon virens atacan a las hormigas podadoras. Según un informe documentado en Brasil en 2012, los escarabajos hembras saltan desde arriba y tras la pelea, decapitan a la reina, en cuya cabeza, enterrada, pondrán sus huevos.
El escarabajo pelotero Deltochilum valgum hace algo parecido, pero sus víctimas son los ciempiés, a los que corta la cabeza insertando sus cuernos entre los segmentos del cuerpo del insecto, tirando después de su cabeza.
Quizá las mantis religiosas sean los insectos decapitadores más conocidos, porque además lo hacen durante el apareamiento. Sin embargo, no debemos sentir pena por los machos, cuya cabeza se comen mientras copulan, pues al hacerlo cortan un nervio que elimina la restricción sexual. Así, pueden vivir durante horas y están perfectamente dispuestos para el apareamiento.
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