Superando aversiones, miedos y leyendas —en estas últimas destacan la de Drácula y Batman—, el murciélago es un gran aliado nocturno del ser humano y del equilibrio en diversos ecosistemas, así lo confirma el biólogo Luis Aguirre, que cuenta con un doctorado precisamente por sus estudios en la única especie de mamíferos que vuela. Aguirre, que dirige a un grupo de investigadores del Centro de Biodiversidad de la Universidad Mayor de San Simón, viene trabajando intensamente en Bolivia desde hace más de 16 años, con la finalidad de revelar los secretos biológicos que guardan estas misteriosas criaturas, su asombrosa adaptación a diferentes ecosistemas, lo útiles que son como factor de equilibrio ecológico, como un eslabón de la cadena trófica o alimentaria y, finalmente, revertir la imagen negativa y errónea que de estos animales se tiene.
En el mundo existen hasta el momento 1.240 especies de quirópteros (orden chiroptera) identificadas, de las cuales sólo tres son hematófagas o “chupasangre”. Los murciélagos representan el 20 por ciento de todas las especies de mamíferos en el mundo. En Bolivia se han identificado 131 especies de murciélagos, un tercio de las 389 especies de mamíferos ubicados en el país, explica Aguirre, que por la pasión que imprime en la investigación y defensa de esos animales voladores es conocido cariñosamente como el “doctor murciélago”.
“Para que tenga una idea de lo útiles que son los murciélagos, mencionaré que, solamente en Estados Unidos, los agricultores y el Estado ahorran más de cuatro mil millones de dólares anuales en la compra de pesticidas, utilizados en el control de plagas, gracias a los murciélagos que se alimentan de las polillas; cuyo gusano, dejado por estos insectos en el maíz, arruina miles de hectáreas de este cereal”, sostiene el biólogo especializado en el estudio de los quirópteros en nuestro país.
Uno de los grandes problemas que confronta la agricultura tiene que ver con el aumento poblacional de plagas que devoran cultivos íntegros de maíz, soya, algodón, café e, inclusive, la coca, explica Aguirre, quién confía en que más temprano que tarde, Bolivia se incorpore a sistemas de biocontrol en lugar de apelar al uso —peligroso—, de pesticidas para eliminar polillas, por ejemplo.
Actualmente, el equipo de Aguirre viene estudiando si los murciélagos tienen el mismo rol en la cadena alimenticia en los valles Central y Bajo de Cochabamba.
"Hemos ido a medir con equipo especializado para captar la frecuencia del sonido que emiten los murciélagos, a Vinto, Capinota, Quillacollo y otros lugares y además de encontrar quirópteros, hemos detectado polillas y tenemos las pruebas que confirman que estos insectos —además de la mosca "cebra"—, forman parte de la dieta de los murciélagos", explica el investigador.
Aliados por la salud
Pero los murciélagos se alimentan también de otros insectos, como el mosquito, por lo que su actividad alimentaria podría servir para controlar enfermedades como la malaria y el dengue. "No el Zika, porque el mosquito que transmite esta enfermedad es diurno, por lo que no forma parte de la dieta de los murciélagos", aclara Aguirre.
Cada murciélago come por noche aproximadamente 1.300 insectos del tamaño de un mosquito, lo que en opinión del biólogo, coloca al murciélago en un lugar privilegiado para controlar a transmisores de esas enfermedades, sin los daños colaterales que el empleo de agroquímicos y pesticidas provocan en los seres humanos.
Otra línea de investigación es la referida a la prevención del mal de Chagas, porque la vinchuca, insecto vector del Tripanosoma cruzi, causante de esta enfermedad, sería parte de la dieta del murciélago. "Esto está todavía en exploración", aclara Aguirre. Inclusive, el temido murciélago-vampiro, o hematófago, es estudiado con la finalidad de encontrar las propiedades anticoagulantes de su sangre y tratar problemas cardíacos en los seres humanos, concluye el doctor Aguirre.
LUIS F. AGUIRRE
El trabajo de Luis F. Aguirre se destaca por su investigación relacionada con la ecología de los murciélagos en Bolivia, con énfasis en el entendimiento de procesos y patrones que permiten coexistir a una riqueza muy grande de murciélagos en diversos ecosistemas. Ha impulsado investigaciones en el campo de la biodiversidad presente en ecosistemas amenazados de Bolivia, con especial énfasis en los bosques de Kewiña (del género Polylepis), que representan los bosques nativos andinos que se encuentran en mayor peligro de extinción. Galardonado con el Premio para la Cooperación al Desarrollo 2004 (Reino de Bégica), el 2005 Conservation Leadership Award (Wildlife Trust), el premio Oliver P. Pearson Award (2006, American Society of Mammalogists, el 2007 Whitley Award otorgado (Whitley Fund for Nature) y el premio Lazaro Spallanzani 2012 (North American Symposium on Bat Research).
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