viernes, 11 de diciembre de 2015

Frozen Ark conserva ADN de la fauna

Como un arca de Noé moderna, la Frozen Ark conserva en Inglaterra el ADN y las células de especies antes de que desaparezcan, justo cuando la Tierra vive su sexta gran extinción por culpa del cambio climático.

El calentamiento ya está cambiando el ecosistema y las relaciones entre las especies.

"Muchas especies desaparecerán antes incluso de que hayamos descubierto su existencia. La idea de la Frozen Ark (arca congelada) es hallar y conservar" su ADN y células "para las generaciones futuras antes de que sea demasiado tarde", explicó el profesor John Armour, de la Universidad de Nottingham, que alberga el proyecto.

Red de 22 centros

La red Frozen Ark, creada hace algo más de 10 años por una pareja de científicos británicos -Bryan Clarke, fallecido en 2014, y su esposa Ann-, cuenta con 22 centros asociados en todo el mundo, entre ellos zoológicos a universidades, que han reunido 48.000 muestras de 5.500 especies.

En Nottingham mismo, en el norte de Inglaterra, hay 705 muestras, que vienen, por ejemplo, del tigre de Siberia o el leopardo de Amur.

"Algunos consideran derrotista lo que hacemos. Los más hostiles a nuestro proyecto son los conservacionistas, para los que todos los esfuerzos deberían concentrarse en salvar a las especies en peligro", dijo el profesor Ed Louis, uno de los responsables del proyecto.

Pero "nosotros no estamos aquí para sustituir lo que hacen ellos, sino para ofrecer una salvaguarda" en caso de extinción de una especie, aseguró.

"Con un poco de suerte, llegaremos a salvar el patrimonio genético de casi todo", estimó, expresando su esperanza en que se acelere la recaudación de fondos para el proyecto.

Invertebrados esenciales

La idea del proyecto surgió en Clarke por la extinción en libertad del caracol arborícola de Tahití (partula), causada por la introducción de un caracol carnívoro que se suponía que tenía que librar la zona de otro invasor gasterópodo.

Mediante la recopilación de estos caracoles en su laboratorio y su envío a varios zoológicos del mundo, el profesor Clarke fue capaz de salvar la especie, cuya reintroducción en la naturaleza se está probando.

"Un día nos miramos y pensamos que deberíamos hacer lo mismo con otras especies en peligro de extinción", recuerda Ann Clarke.

"Todo depende de los invertebrados. Si desaparecen, desaparecemos nosotros", dice ella.

Beneficios de los invertebrados

Los invertebrados son seres esenciales a la Tierra: polinizan los cultivos, reducen los insectos perniciosos y las plagas, filtran el agua y nutren el suelo.

Al igual que el caracol partula, muchas especies están en declive o desapareciendo a un ritmo que llevó a los científicos a hablar de la sexta gran extinción en la Tierra. La última provocó la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de años.

El impacto de la actividad humana y el cambio climático tiene un impacto particularmente dramático en los océanos.

Según las predicciones, los arrecifes de coral (el hogar de más del 25 por ciento de todas las especies marinas) podrían desaparecer para el año 2050.

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), alrededor del 41 por ciento de los anfibios y el 26 por ciento de las especies de mamíferos están amenazados de extinción.

¿Resucitar especies extinguidas? ¿Qué se puede esperar del ADN y de las células conservadas? Una gran cantidad de información, sobre todo de los procesos metabólicos, dijo el profesor John Armour.

Así, a medida que "los antibióticos son cada vez menos eficaces, la piel de los anfibios está cubierta de pequeñas moléculas que matan las bacterias. Una de las soluciones para una era sin antibióticos sería adaptar estas moléculas" para uso médico, añadió el profesor Louis como ejemplo. "El uso más extremo sería la 'desextinción', es decir, el uso de material preservado para recrear" a animales desaparecidos, añadió Armour.

Una hipótesis por ahora fuera del alcance de la ciencia.

"Algunas personas nos critican por creernos Dios, a lo que yo siempre respondo que corresponderá decidir a las generaciones futuras cuándo tengan las técnicas disponibles", concluye Ann Clarke.

"Si no mantenemos nada, ni siquiera tendremos esa opción", concluyó.

Extinción

Una de cada seis especies de animales y plantas se extinguirá si se cumple el peor de los escenarios que vaticinan los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, si el mundo sigue emitiendo gases de efecto invernadero.



Muestras

Para confeccionar el Frozen Ark, los investigadores toman muestras de tejido celular y gametos (es decir, células reproductoras, que en el caso de los humanos corresponden a los óvulos y espermatozoides) y lo congelan de una manera especial. Luego lo guardan en unos lugares dónde las condiciones permiten que el material biológico se deteriore lo más lentamente posible, porque no hay material genético que dure para siempre, pero sí se puede alargar lo suficiente en el tiempo para que llegue a los descendientes.



23.000 especies en peligro

La última Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el inventario más completo del mundo del estado de conservación de casi 80.000 especies de animales y plantas, más de 23.000 están amenazadas de extinción. Como en el caso del oso polar, la degradación del hábitat es también la principal amenaza para muchas especies de hongos (muy importantes en los ecosistemas), y la pesca excesiva, el primer motivo de declive de los peces óseos marinos, de los que se alimentan más de 340 millones de personas en regiones del Atlántico Centro-Oriental y del Gran Caribe. “El oso polar es un ejemplo prominente, pero el cambio climático amenaza a la mayor parte de las especies de coral, el Aloe dichotoma y muchas especies de montaña. Las especies de foca que dependen del hielo están en proceso de revaloración porque el calentamiento supone un enorme nuevo peligro para ellas”, explica a El País Wendy Foden, bióloga de la UICN.



Moverse o desplazarse

Luis Suárez, biólogo y responsable de especies del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) explica que las especies más amenazadas son las que tienen poca capacidad de desplazarse o las que viven en hábitats muy concretos, como los de montaña, donde ya no tienen escapatoria. WWF recuerda los casos del panda (por el cambio en la distribución de los bosques de bambú), el orangután de Sumatra (por la degradación de su hábitat) o la ballena azul.

La cuenca mediterránea es una de las regiones más afectadas y eso se nota en muchas especies vegetales, como recuerda Fernando Valladares, ecólogo y profesor de investigación del CSIC: “En las montañas, por ejemplo, se percibe un ascenso de entre 40 y 70 metros de la presencia de las especies más características. En zonas de alta montaña, las especies no pueden ir más arriba. No hay extinciones masivas, pero sí hay poblaciones de zonas más bajas que empiezan a mezclarse genéticamente. Es una forma de extinción silenciosa”.


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