miércoles, 19 de octubre de 2016

“La pelea de gallos puede llegar a ser un vicio y destruir familias”

La pelea de gallos se puede convertir en un vicio y destruir a familias”, advierte Marco A., un gallero que se dedica a esta actividad desde hace 36 años. Empezó en 1982.

Cuando habla de los gallos, su afición por décadas, los ojos de Marco se agrandan y su voz se torna pausada, pero firme.

Este experimentado gallero afirma que las peleas de gallos tienen, tal como él lo ve, “aspectos positivos y cosas malas”.

Y uno de los puntos negativos, según su experiencia, es que algunos galleros no se controlan, apuestan sumas elevadas, se niegan a pagar cuando pierden e insultan a los propietarios de los otros animales que luchan.

Algunos galleros, puntualiza Marco A., consumen cerveza en el mismo ruedo (lugar donde se enfrentan los gallos) y empiezan a tener problemas en sus hogares, con sus esposas e hijos, porque le dedican más tiempo y dinero a esta actividad.

Varios de sus amigos, especialmente jóvenes, se divorciaron de sus esposas, porque perdían el dinero que habían ganado durante la semana en su actividad laboral.

LOS RUEDOS

En varios municipios de Cochabamba funcionan los ruedos, aunque en forma clandestina.

Marco A., menciona que el escenario principal es el que funciona en Colcapirhua, porque ahí se llevan los mejores gallos y se realizan las apuestas “más fuertes”.

En Huayllani, Sacaba, está el segundo escenario en importancia. Las apuestas son menores a las de Colcapirhua y los propietarios de los gallos “son más tranquilos y respetuosos con sus contrincantes”.

Las peleas se realizan también en Itocta, al sur de la ciudad, y en La Maica, al oeste de Cochabamba. En este último ruedo se prueban a los gallos para ver sus cualidades.

En La Maica las apuestas oscilan entre 200 y 300 bolivianos o cifras que son acordadas entre los propietarios de los gallos, pero que no llegan a los 1.000 bolivianos como sucede en Colcapirhua.

Las peleas se desarrollan también en Tiquipaya, Quillacollo, Vinto, Punata y Cliza.

EL ENTRENAMIENTO

Para que un gallo llegue en buena forma física al ruedo, su entrenador le somete a ejercicios durante al menos cinco días a la semana.

Marco A. comenta que hasta hace por lo menos un lustro, a un gallo se le hacía pelear cuando había cumplido un año y medio. Sin embargo, los galleros más experimentados se percataron de que a esa edad el animal era todavía tierno y vulnerable a los ataques de su oponente.

Por este motivo, la mayoría de los galleros determinó llevarlos al ruedo a los dos años, porque a esa edad el animal está firme y tiene la piel dura para aguantar los golpes que recibe de sus adversarios.

El entrenamiento de un gallo consiste en hacer caminar al animal formando un ocho imaginario en el piso para que pueda fortalecer la musculatura de sus patas y tenga resistencia.

Se agarra asimismo al gallo sobre una mesa, se lo levanta y se le hace aletear unas 20 veces.

Se puede agarrar también al animal por el cuello para que endure esta parte de su cuerpo y se lo hace ir hacia adelante y para atrás, raspando la tierra.

Este entrenamiento dura como promedio 30 días o un mes y medio, antes de que entre al ruedo y sus propietarios apuesten por él.

En este tiempo, el gallo tiene que topar con otro en por lo menos dos oportunidades con el fin de probar si está listo para el combate y observar sus posibilidades reales.

Los gallos deben ser entrenados unos 20 minutos diarios y cinco días a la semana. Se los deja descansar 48 horas antes de la pelea en el ruedo.

Previo a los combates, a los animales se les coloca espolones artificiales en las patas y, en algunos casos, picos de plata.

Para ajustar bien los espolones de acero, a los gallos se les corta parte de sus cachos, sobre el que se ajusta el de metal. Se amarra el mismo con una cinta especial para que no se suelte en la riña.

¿SUPERIORES?

Los galleros cuyos animales ganan uno o varios combates se sienten orgullosos, e incluso superiores a los demás, afirma por su parte Miguel, quien está en el negocio de la pelea de gallos desde hace 20 años.

Este auditor de 36 años, quien pidió mantener su apellido en reserva, afirma que los propietarios de gallos se atribuyen una victoria que no les corresponde, sino a sus animales, quienes son los que se sacrifican por la victoria en el corro y pierden hasta sus plumas.

NEGOCIO LUCRATIVO

Miguel confirma que la pelea de gallos es un negocio lucrativo en el que se juegan sumas elevadas de dinero. Menciona, por ejemplo, que en la denominada central, ubicada en el municipio de Colcapirhua, se realizan apuestas mínimas de 1.000 bolivianos por pelea. Cuando se organizan los torneos departamentales el monto sube a 1.000 dólares. Los galleros de diferentes municipios de Cochabamba (del eje metropolitano) se dan cita en Colcapirhua. Los equipos llegan desde Cochabamba, Tiquipaya, Quillacollo, Vinto y Sacaba.

Muchos de los galleros -afirma Marco A.- ven estas peleas solo como un negocio lucrativo para ganar dinero mediante las apuestas, sin importar el bienestar de sus animales en el ruedo.

Reciben alimentación balanceada

El gallo de pelea come generalmente maíz, pero en vísperas de un combate se lo mantiene con alimento balanceado, para que esté en buenas condiciones y pueda resistir toda la pelea que dura como máximo 40 minutos.

Los propietarios, señala Marco A., les dan a sus animales maíz, sorgo, alfalfa y brócoli, entre otros alimentos para mantenerlos fuertes y con el plumaje brilloso.

Para alimentar a un gallo de pelea durante un año se requiere de al menos 1.500 bolivianos.

Marco A. afirma que lo que se invierte en un gallo de pelea no se logra recuperar, incluso si el animal resultara ganador en sus diferentes combates.

Los gallos deben ser alimentados en cajas individuales para que no peleen entre ellos.


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