Los pandas (Ailuropoda melanoleuca) no tienen un estómago diseñado para la dieta de bambú, que supone un consumo muy bajo en nutrientes y un porcentaje alto de celulosa.
Para averiguar cómo sobreviven con este tipo de alimentación tan exclusivo, investigadores de la Academia de Ciencias de Beijing (China) y la Universidad de Aberdeen (Reino Unido) han estudiado el comportamiento de cinco pandas en cautividad y tres salvajes.
Los científicos han comprobado así cuál es el gasto energético diario de estos osos. “El estómago de los pandas gigantes es muy simple, al igual que el de otros carnívoros, por lo tanto no está bien adaptado a la dieta de bambú”, afirma Wei Fuwen, coautor del estudio que publica la revista Science e investigador de la Academia de Ciencias de Beijing.
Tiroides como estrategia
Los investigadores descubrieron que el gasto energético del animal representaba tan solo el 38% de la media para un mamífero terrestre con la misma masa corporal.
Según el trabajo, existe una serie de cualidades para ahorrar energía, entre ellas la tiroides hipoactiva, que es lo que permite al panda gigante sobrevivir casi exclusivamente a base de bambú. Los valores del gasto energético diario de los pandas gigantes son sustancialmente más bajos que los de los koalas, por ejemplo, y más semejantes a los del género de los bradypus –también conocidos como perezosos–, según el equipo. "Otros mamíferos pueden tener su propio mecanismo de reserva de energía", apunta Fuwen.
Estos animales tampoco tienen los genes para sintetizar las enzimas que digieren las plantas. Este escenario combinado ha incrementado el riesgo de su extinción.
Xiaoyan Pang, profesor de la Escuela de Ciencias de la Vida y Biotecnología de la Universidad Jiao Tong, dice que esto significa que sus bacterias no están adaptadas a su dieta única y coloca a los panda en un dilema evolutivo que intriga a los científicos
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